Álmate con el SIDA

Lucía Llavero / Adela Estellés

Almate con el SIDA es un proyecto abierto orientado a la sensibilización acerca de la transmisión del VIH mediante una acción preformativa que se basa en la Ocupación afectiva del espacio público. Personas seropositivas y seronegativas, sin distinciones, tomamos contacto físico para crear intimidad y proximidad entre nosotros.

Nos reunimos en el centro de la plaza de la Virgen a la una y cuarto y de una forma sutil escogimos a nuestro compañero de actividad estableciendo con él un contacto afectivo mediante caricias, roces de mejilla, besos, abrazos, entrelazando las manos y todo aquello con lo que nos sentimos cómodos y conectados. El objetivo es el goce y el disfrute de sentir el cuerpo y la presencia del otro.

Fue una actividad emocionante en la que pudimos palpar los miedos y las inseguridades de la gente a la hora de establecer un contacto demasiado cercano con personas desconocidas. Ni siquiera creo que la falta participativa se debiera a los prejuicios acerca de si tu pareja podía o no ser portadora del VIH, básicamente es que no creo que a la gente le resultara fácil mantener un contacto afectivo cercano con alguna persona desconocida.

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Queríamos hacer algo real, a las dos nos atraía muchísimo la idea de relacionarnos con personas que verdaderamente eran seropositivas y no únicamente realizar un trabajo de reflexión aislado. A mí, personalmente me sirvió mucho, nunca había tomado tanto contacto consciente con una persona portadora de VIH. La espontaneidad y el poder del momento presente fueron elementos importantes en nuestro proyecto. Al principio pensábamos que sería interesante formar un círculo inicial, y cogernos de las manos, pero el proyecto evolucionó hasta llegar a la conclusión de que la discreción y la sutilidad harían incluso más potente el resultado. Las relaciones no son algo cerrado, tampoco lo son nuestros pensamientos ni nuestros sentimientos. Y por supuesto, ninguna marca de diferenciación.
Sinceramente al principio me llevé una decepción al ver que la mayoría de las personas no se animaban, no por prejuicios, sino por vergüenza. Aun así estoy muy contenta con el resultado, creo que todas las personas que participamos lo vivimos de un modo muy bello, fue un momento de paz y muy cálido.
No sólo fue importante el momento del acto en sí, sino que también las visitas a Calcsicova nos sirvieron para entablar relación con personas maravillosas que más tarde se animarían o no, a nuestro proyecto.
Me gustó mucho recibir las opiniones de las personas a las que les proponíamos el proyecto, gracias a ellos y nuestra actitud abierta, llegamos a una solución cómoda y deseable por todas partes.