HISTORIA DE: 22 AÑOS, ESTUDIANTE, HETEROSEXUAL Y SEROPOSITIVA

Lucía Juan Sánchez






En este proyecto una chica cuenta su experiencia al enterarse de que es seropositiva, y escribe una carta comunicándole la noticia a su madre, narrando su situación personal, la forma en que se infectó, de la forma en que se enteró de que era portadora del virus y los cambios que se producen en su vida a partir de ese momento. El interés radica en que el perfil de la protagonista no coincide con ningún cliché que normalmente de asociaría a alguien afectado por este virus. Una chica estudiante de 22 años, heterosexual y que ha mantenido relaciones sexuales sin preservativo debido a que las personas con las que las mantenían eran parejas estables y consideraba que las únicas precauciones que debía tomar eran para evitar el embarazo. En la carta confiesa que se sentía protegida contra la enfermedad, y que no creía tener verdaderas posibilidades de contraer el VIH.


De forma casual, al hacerse un análisis tras notar un pequeño empeoramiento en su salud, le comunican que, efectivamente, ha sido infectada por el virus. También cuenta el apoyo que recibe por parte de las asociaciones y demás personas, y cuenta que realmente no es una enfermedad tan dura como socialmente se cree, y que los cambios que debe realizar en su vida diaria son realmente escasos.


Este testimonio queda registrado en forma de carta, que el público recibe en su propia casa. La carta está dirigida a una dirección muy similar a la que se ha depositado, de forma que quien la recibe cree que ha sido debido a un error. El sobre se deposita sin cerrar de forma que la tentación de leerla resulte prácticamente irresistible (intriga quién escribió la carta y qué contará), más aún tratándose de un manuscrito. La clave fundamental del trabajo es que el testimonio llega a la persona receptora de la forma más inocente, sin que sospeche que es producto de una campaña contra el sida.


La repartición de éstas se ha realizado de forma selectiva, cuidando que no se repitieran dos entregas en un mismo edificio para que no se descubriera la intención. Además se pone en juego el efecto del chismorreo, ya que se espera que la noticia se extienda entre los vecinos de boca en boca.

La repercusión de esta historia no tendría el mismo efecto que si se transmite únicamente a través de las organizaciones y asociaciones de personas seropositivas que desarrollándola de esta forma. Por una parte ésta llega al espectador de forma fortuita sin que nadie lo haya provocado (sin que nadie los quiera convencer de nada), creando interés tanto por la forma que se ha recibido como por lo que narra. La historia se muestra como si fuera completamente verídica.

La forma de presentar este trabajo en la sala de exposiciones es exponiendo la carta tal cual ha sido escrita, con una caligrafía tipica de una chica joven, escrita con lápiz, doblada, leída varias veces y expuesta en la sala como muestra verídica de su testimonio.

La carta es única, el objeto real pasa a tener un valor por estar expuesto, y al mismo tiempo es muy personal y real. En cuanto a las copias repartidas se trata de fotocopias del relato que ha sido reproducido mecánicamente e introducido en sobres, imitando cuidadosamente detalles para que pareciera una carta real.