DOS+NUEVE

Águeda Diago





¿Qué es el alma? ¿Qué las emociones? ¿Qué los sentimientos? Pura química cerebral. Circuitos neuronales presentes en el cerebro profundo. Para mí el alma es todo aquello que yo tengo de ti pero que tú no tienes. A aquello que tú tienes de mí que yo no tengo.

Dos mas nueve hace referencia a un sentimiento de ausencia, de lejanía, de eternidad, de lo absoluto; sentimiento que impregna el alma cuando un ser querido nos abandona (un padre, una madre, un amigo, un perro, un primo, una abuela, una tortuga, un canario, un vecino). Ausencia que deja un rastro de tristeza, de impotencia, de resignación, de melancolía.

En este proyecto he querido recuperar el alma de los ausentes elegidos, que son ONCE. DOS + NUEVE. Dos, mis abuelos y sus nueve hijos, y trasformarla en materia. Para materializar el alma he propuesto la construcción de once piezas, once CUBOS, cuerpos acurrucados.

Mi trabajo está hecho de sentimientos nacidos de mi alma, no exploré conocimientos de otros, yo sólo quiero sentir sus vidas, quiero recuperar aquello que nunca tuve, quiero saber de sus amores amados, quiero saber si amaron, si fueron amados.

El objetivo de este proyecto es materializar el alma de los ausentes. Para ello se hace una instalación de once cubos, hechos de piedra, arena y cemento, en un lateral de una casa familiar situada en lo alto de un cerro, en Buenavista, a 10 km. de Casas de Ves (Albacete). La casa es el lugar en donde ellos vivieron, en donde ellos trabajaron, en donde algunos murieron.
Los cubos serán construidos por los hijos de uno de los ausentes.

Para recuperar la memoria de las vidas, el alma de los que ya no están, la entrevista personal, a los que aún están, ha sido la técnica de trabajo elegida. La pregunta no es necesaria, ellos hablan de lo fundamental, de sus recuerdos.

¿A quién has elegido? me preguntan, yo respondo:
A ELLOS, a los que amo, a los que me aman, a los que me amaron, a los que amé, a los que amaron a quienes yo amé, a los que amaron a quien a mí me amó.


A ELLOS, a todos, a los que conocí, a los que a mí me conocieron, a los que se marcharon, a los que no se han ido. A los que lucharon, a los que murieron luchando. A todos ellos, a los once, a los doce, a los cincuenta y tres. A los poco amados, a los que amaron demasiado. A los tolerantes, a los nada tolerantes, a los muy tolerantes.


A LOS SUEÑOS de recuerdos amados. Recuerdos queridos. Recuerdos alegres. Recuerdos sin llanto. Recuerdo con lágrimas.


A LA OTRA PARTE, la del otro pueblo, la de mi padre amado.


A BUENAVISTA, la casa adorada, la casa amada, la casa de ahora, la casa de ayer, la de mi padre, la de mi abuela, la de ellos. La casa mía.

La obra estaba hecha. El desconsuelo invadió mi cuerpo. Ninguna pieza tenía alma.


Desde una de ellas “la miré y la vi". La Naturaleza ya había realizado mi obra. Unas rocas configuraban la esencia de mi trabajo. En esta escultura, propiedad de la naturaleza, sentía el alma de los once. Cada pieza hecha por mí, ocupa su lugar. Esas piezas, las once, contemplan silenciosas el alma de los once, el alma hecha piedra de los once.